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Han pasado casi veinte años desde que Satoshi Nakamoto divulgó por vez primera una teoría sobre cómo transar una moneda virtual de manera descentralizada. Desde entonces, el mundo de las criptomonedas ha sido testigo de muchas historias, algunas de innovación financiera y otras que parecen sacadas de un guion de comedia financiera. Y en esa categoría entra el curioso caso de $LIBRA, una memecoin cuyo auge y caída nos dejan lecciones importantes sobre inversión, especulación y qué pasa cuando un presidente como Javier Milei se convierte en influencer cripto sin quererlo.

Para entender mejor cómo funciona esto, hagamos una comparación entre el peso chileno (CLP) y una criptomoneda. El CLP es emitido por el Banco Central de Chile y tiene respaldo en la política monetaria del país. Su valor fluctúa, pero dentro de parámetros controlados. En cambio, una criptomoneda como Bitcoin no tiene un ente regulador y su precio depende exclusivamente de la oferta y la demanda en los mercados globales. Esto puede ser una ventaja en términos de descentralización, pero también significa que su precio puede ser muy volátil.

El tweet (X) de Milei

Javier Milei es, además de presidente de Argentina, un economista libertario, ferviente defensor del mercado libre y las criptomonedas. Su estilo desadaptado-rebelde-impulsivo, lo ha llevado a desafiar estructuras tradicionales, y en el camino, a veces ha generado revuelo en los mercados financieros con solo un comentario en redes sociales. Cuando Milei mencionó $LIBRA en su cuenta de X, sugiriendo que esta moneda digital podría impulsar la economía argentina, llevó a miles de personas a invertir en ella. Sin embargo, poco después, el valor de $LIBRA se desplomó, resultando en pérdidas significativas para más de 40,000 inversores. Y claro, como muchos tomaron la mención en X como un aval presidencial, se lanzaron a comprar la criptomoneda, sin detenerse a analizar si realmente tenía valor o si era sólo otra memecoin nacida del entusiasmo de internet.

Las memecoins, para quienes no están familiarizados con el término, son criptomonedas que surgen más por el humor y la viralidad que por fundamentos financieros sólidos, en términos del cripto, no tienen activos subyacentes y tienen una alta concentración en pocas billeteras. Dogecoin ($DOGE) fue una de las primeras, creada como una broma basada en un meme de un perro Shiba Inu, y terminó convirtiéndose en una de las criptos más populares del mundo. La diferencia entre estas monedas y otras como Bitcoin es que las memecoins dependen enteramente de la comunidad y el hype: si el interés desaparece, su valor se desploma.

Y así ocurrió con $LIBRA. Tras la mención de Milei, el valor de la moneda se disparó en cuestión de horas, atrayendo a miles de inversores emocionados por la posibilidad de “subirse a la ola” antes de que se hicieran ricos. Pero como en toda burbuja especulativa, lo que sube demasiado rápido, también puede caer en picada. Y vaya que cayó. A los pocos días, $LIBRA perdió gran parte de su valor y dejó a miles de personas con las manos vacías. ¿Cómo sucedió esto?

Auge y Desplome de $LIBRA

El caso de $LIBRA sigue el patrón típico de las memecoins:

  1. Hype inicial: La criptomoneda recibió un gran impulso cuando Javier Milei la mencionó públicamente. Dado su perfil como presidente y su discurso pro-cripto, esto generó un fuerte aumento en la demanda. Inversores, tanto novatos como experimentados, compraron $LIBRA esperando grandes ganancias.
  2. Especulación extrema: Al no tener un caso de uso real ni respaldo sólido, el precio de $LIBRA se disparó principalmente por la especulación. El crecimiento rápido atrajo más compradores (FOMO – miedo a quedarse afuera).
  3. Venta masiva y desplome: Como sucede con muchas memecoins, cuando algunos inversores iniciales comenzaron a vender para asegurar ganancias, el precio cayó en picada. Esto generó pánico en otros tenedores, que también vendieron, provocando una espiral descendente.
  4. Investigaciones y desconfianza: Tras la caída, surgieron cuestionamientos sobre la transparencia del proyecto y su promoción, lo que aumentó el escepticismo y aceleró el colapso.

La moraleja es clara: no toda criptomoneda mencionada por una figura pública es una inversión segura, por más carismática que sea.

Ahora bien, ¿cómo saber en qué criptomonedas confiar y en cuáles no? La clave está en la investigación y en no dejarse llevar por promesas de riqueza fácil. Si una moneda no tiene un caso de uso claro o se basa solo en la especulación, lo más probable es que sea altamente volátil y riesgosa. En contraste, al día de hoy, monedas como Bitcoin y Ethereum tienen estructuras más establecidas y casos de uso definidos en el ecosistema digital. ¿Conllevan riesgo? Por supuesto que sí, pero menores al de una memecoin.

El caso de $LIBRA es un recordatorio de que, aunque el mundo cripto ofrece oportunidades interesantes, también está lleno de riesgos. Si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea. Y si una criptomoneda depende más de su viralidad que de tecnología o utilidad real, quizá sea mejor pensarlo dos veces antes de invertir. A menos, claro, que te sobre dinero y te guste la adrenalina. En ese caso, ¡bienvenido al casino del internet!