David Chacón Cisterna

Diseño Web, Docencia y más

El Rol Clave de la Tecnología en la Educación Técnico-Profesional

El avance tecnológico es fundamental en la sociedad actual, influyendo en todas las áreas de nuestras vidas, desde nuestra forma de trabajar hasta cómo aprendemos. Las instituciones de educación técnico-profesional se han transformado, de un tiempo a esta parte, en elementos esenciales para formar a futuros profesionales y preparar a los jóvenes para un mundo cada vez más digitalizado a la vez que logran nuevos horizontes de inclusión y progreso social. Como institución de educación técnico-profesional, INACAP ha asumido un importante rol de liderazgo para el cambio social y la promoción del desarrollo tecnológico en sus programas académicos.

Como ejemplo de lo anterior, cabe mencionar que para el próximo año, las y los estudiantes de la Sede Osorno tendrán la posibilidad de formarse en áreas como Animación Digital y Videojuegos, que representan una industria en crecimiento a nivel mundial y enfatizan la creatividad y el enfoque multidisciplinario necesarios en el siglo XXI. Esto preparará a nuestros estudiantes para el mercado laboral actual y futuro, fomentando la ya mencionada creatividad, la colaboración y la resolución de problemas, habilidades esenciales en un mundo cada vez más tecnológico. Dicho esto, enfatizo en la necesidad crucial que tenemos como sociedad, de alinear la oferta educativa con las habilidades para el siglo XXI, que van más allá de las competencias meramente técnicas e incluyen el pensamiento crítico, la comunicación efectiva, la colaboración y la adaptabilidad, entre otras. Estas habilidades pueden ser potenciadas al integrar la tecnología de manera eficaz en la educación, generando en nuestras instituciones la necesidad de promover activamente la inclusión tecnológica en los programas académicos, no sólo como una herramienta, sino también como un medio para desarrollar habilidades clave.

Así, avanzamos hacia la formación de profesionales altamente calificados, impulsando la innovación, la creación de empleo y el crecimiento económico regional, a la vez que contribuimos desde nuestra función educativa y formadora al logro de objetivos de escala global, -como los ODS de la ONU-, a través de la aplicación de tecnología y la resolución de problemas con una mirada de compromiso local, pero a la vez teniendo presente el contexto global que la tecnología conlleva en su esencia.

Noviembre: Los Bunkers regresan con un viaje melódico introspectivo

La música, cuando se hace de manera auténtica y apasionada, tiene el maravilloso poder de conectarnos con nuestras emociones más profundas. Hoy se lanzó el nuevo álbum de Los Bunkers, junto con un videoclip para el single “Noviembre” (que da el nombre al disco). El regalo musical de la banda, nos lleva en un viaje íntimo y conmovedor que abre con este tema y continúa con una serie de sonidos, algunos familiares y otros novedosos, pero todos muy bien ensamblados para nuestro disfrute. Del video en particular, se desprende una invitación a explorar la riqueza de los elementos, desde la nostálgica melodía hasta sus líricas, pasando por la elección del banjo como instrumento principal y la dirección del videoclip por STARBOY.

Desde los primeros acordes de “Noviembre,” nos sumergimos en una melodía que nos envuelve en una sensación de nostalgia y familiaridad. La elección de integrar el banjo como instrumento principal es un toque magistral. El banjo, con su sonido cálido y distintivo, se mezcla perfectamente con la voz principal y los coros, creando una atmósfera que evoca los primeros años de la banda. Esta decisión musical es un regalo para los seguidores que han estado con la banda desde el principio, recordándonos por qué apreciamos tanto su música en primer lugar.

Los coros en la canción añaden una capa adicional de profundidad y emoción. Nos hacen sentir como si estuviéramos cantando junto a la banda, creando una sensación de comunidad y conexión. Es un recordatorio de la magia que puede ocurrir cuando la música une a las personas en un solo coro de voces y emociones compartidas. Seguro, a futuro, corearemos con la banda, el pegadizo: “Y tardarás, noviembre, semanas antes de partir.”

El videoclip, cuidadosamente dirigido, es una obra de arte visual que merece ser apreciada. La elección de filmarlo en grises, con cuidados juegos de luces y sombras, crea una estética evocadora que nos sumerge en un mundo de sensaciones. La referencia a la pintura “Los Amantes” de René Magritte añade una capa de simbolismo y profundidad al video. La representación de la pareja deshaciéndose de los velos que ocultan sus rostros nos invita a reflexionar sobre identidad, intimidad y conexión a escala humana. La idea se entrelaza de manera conmovedora con la letra de la canción, que habla de buscar, encontrarse y revelar la verdad en medio de la noche.

La letra de “Noviembre” es poética y sugestiva. Habla de buscar al otro en los caminos, de luchar ilusionados contra los obstáculos y de la necesidad de hablar con sinceridad. Cada verso es como una página de un diario personal que revela los sentimientos más profundos y las experiencias compartidas en medio de la noche. La constante referencia a “noviembre” podría interpretarse como un símbolo de cambio, de transición, o incluso como un recordatorio de que, aunque el tiempo avance y las estaciones pasen, las emociones y las relaciones siguen siendo parte fundamental de nuestras vidas.

En “Noviembre”, Los Bunkers han logrado crear una obra que combina elementos musicales y visuales de manera magistral, evocando emociones y reflexiones en su audiencia, como si se tratase de un testimonio de la evolución y la madurez artística de la banda, al tiempo que rinde homenaje a sus raíces musicales. Por lo anterior, es fácil saber que el tema se convertirá en una joya más del nutrido repertorio de Los Bunkers. Recibo la canción y su videoclip como un regalo que recuerda la belleza y la magia de la música cuando se crea desde el corazón y se comparte con el mundo… el primer día de Noviembre.

Arriendo Temporal

“La paloma protesta contra el aire, sin darse cuenta de que es lo único que le permite volar.”

Goethe.

I

– Ya, pero te apurai -. Camila cortó la llamada y tiró el teléfono sobre la cama. La habitación estaba surtida de un sinfín de alhajas y maquillaje, que recorrían los muebles, las repisas, el piso, los colgantes de pared y cualquier otra superficie capaz de aguantar algo del desorden de la muchacha, dispuesta a todo menos a domesticar ese espacio que hace unos tres meses reclamaba como propio. El viejo caserón de calle Riquelme, apenas iluminado por la luminaria pública que a veces funcionaba y a veces no, servía ahora de refugio para ella. En su habitación soñaba despierta, mientras veía reflejado el logro de su trabajo en ese desorden. La esperanza de surgir, de ser alguien en la vida, como tantas veces le pidiera la tía Adela. Desde que se mudó a la ciudad, el discurso era luchar por y para sí misma, sin más consideración que el propio amor a las metas personales y la búsqueda del éxito a cualquier costo, inclusive de los amoríos y el tiempo libre.

En estos meses, con mucho sacrificio había logrado lo impensable. Pagar dos meses de arriendo por adelantado, comprar alimentos, ropa y utensilios, llegar puntualmente a cada una de sus clases en la universidad, ir al día en el pago de sus deudas y llamar sagradamente a sus padres, una vez por semana, los jueves, a las seis de la tarde.

Las llamadas tenían siempre el mismo tono. Hoy tampoco fue diferente. Tomó el teléfono, buscó el contacto, marcó y esperó con cara de nada. De pronto, le contesta la voz cansada de su padre.

– (Suspira) ¿Aló, Cami?… saludó el papá.

– Hola, papi, respondió ella, con tono apático y alto desgano.

– ¿Cómo estás, hijita? (de fondo, los platos de la cocina y el ambiente familiar se entremezclaban en una misma música, tan conocida y tan lejana ahora mismo para ella.).

– Bien, supongo – responde, como si ya le estuviera comenzando a molestar el cuestionario-.

– ¿Sólo supones?

– Sí, ya sabes, lo de siempre. Entre el trabajo, los estudios, las salidas, no me queda mucho tiempo para nada que no sea rutina.

– ¿Has comido bien esta semana? Recuerda que tu madre puede enviarte lo que quieras. Te apoyamos, pero pero no creas que hemos dejado de pensar en ti.

– Sí, más o menos. La verdad es que más que nada por falta de tiempo. Tengo lo suficiente. No necesito mucho para vivir, ya sabes como es.

De fondo, la madre interviene: -¿Cómo te ha ido en el trabajo?-

– Bien, ya saben, lo mismo de siempre.

– Lo mismo de siempre, lo mismo de siempre. Nunca contesta bien esta niñita, -dice la mujer entre dientes, pero lo suficientemente claro para que Camila haga una mueca al otro lado de la línea, mientras prepara su escueta respuesta-.

– Algunas veces. Pero siempre por poco tiempo. Ya saben que estoy lo bastante ocupada como para perder tiempo con amigos. Será más adelante, cuando tenga todo resuelto.

– Deberías socializar más, Cami. Es importante tener vida social. Nadie quiere que te enfermes por no tener gente alrededor.

– Lo sé, lo intento, dijo Camila, dando un largo suspiro que contradecía automáticamente su respuesta.

– ¿Necesitas algo? ¿plata o algo más?

– No, papá, ya te he dicho que puedo mantenerme sola.

– Solo queremos ayudarte, hijita.

– Lo sé, pero no necesito que estén siempre encima de mí.

– Solo nos preocupamos por ti.

– Lo sé, pero también necesito mi espacio.

– Está bien, lo entenderemos- dijo el padre, sabiendo de que llegaban nuevamente a un punto muerto.

– Gracias por eso, aunque todas las semanas es lo mismo- dijo Camila. Si quieren que siga llamando, tendrán que cambiar el repertorio. Agota.

Un largo silencio se cierne en la conversación. Ni Camila ni su padre se atreven a finalizar la incómoda y sosa conversación semanal. Si uno de ellos cuelga, el otro quedará con el corazón en la mano, lamentándose irremediablemente, pensando en lo largo que significa una semana cuando quieres mantener contacto con quienes quieres. Y viceversa, al otro lado estará la culpa acechando y cuestionando la decisión de cortar la llamada, la duda de lo que pudo haber sido una fructífera conversación y una reafirmación de lazos a distancia.

-Lo sé. Mucho pedir para estos tiempos-, piensa Camila, mientras corta la llamada antes que todo se vuelva aún más incómodo. Afuera suena una bocina larga y furiosa, como si el conductor hubiese tenido de pronto un paro cardiaco y su cabeza hubiese caído sobre la bocina. Camila se exalta, mientras una lágrima rueda por su mejilla esperanzada en que al otro lado entiendan de una vez lo difícil que es para ella separar este tiempo cada semana. Rápidamente coge el bolso, abre la puerta y dedica una mirada a su pieza, al desorden, al vacío, a sí misma. Cierra con cuidado, mientras la bocina no para de sonar. Se sonroja, nerviosa y enojada, por lo que darán que hablar esos bocinazos a todo el alcahueterío circundante. Viejas sapas, piensa, mientras baja las escaleras rápidamente y sale a la calle, encontrándose cara a cara con el frío invernal. Desde el auto, le hacen señas. Rubén, un joven rubio, de bigotes alocados, le mira sonriente, mientras le hace señas con la mano. Abre la ventanilla y le grita: – Ya po, Camila, apura la causa. No tenemos todo el día. El cliente ya llegó y está esperando. Camila, resignada, corre al SUV mal estacionado frente a la salida de vehículos, fuera del oscuro caserón y desde el auto se despide de su oscura ventana que parece mostrar una cara triste al verla cada vez más lejos, más pequeña.

– ¿Qué te pasó que demorabai tanto? Le saludó el muchacho.

Nah, estaba conversando con los viejos– dijo ella.

– ¡Buena hora escogiste! Este otro debe estar desesperado. Recuerda que erís su tapadera durante todo este mes.

– Si sé- dijo Camila, recordando las otras veces en que ha estado en la misma situación, tapando agujeros, reparando platos rotos, haciendo de alma gemela, sustituyendo lo que falta para tantas y tantos que no tienen el coraje de buscarse una vida real, pero sí el suficiente dinero como para pagar por una de mentiras.

II

Mientras Camila y Rubén viajan en silencio por las calles de la ciudad, la chica piensa en su vida y en la de su cliente. Se acuerda del cuento que leyó cuando era niña, el del mendigo y el príncipe que cambian de lugar y viven la experiencia de conocer el otro lado de la moneda. ¡Eso mismo! -pensó- Eso es lo que estoy viviendo con estos pitucos tirados a decentes. Según ello, tienen todo resuelto, porque todo se paga. Pero la vida, el amor, el cariño, eso nunca. En todo orden de cosas soy mejor que ellos, porque conozco sus mentiras. Yo al menos doy cara, voy de frente. Bueno, ni tanto. Mis viejos no saben nada de esto.

Rubén la conoció en la facultad. A él, Camila le resultó lo suficientemente atractiva para el negocio, pero también lo suficientemente inferior como para relacionarse con ella más que por negocios. – En la vida, perrita, no se puede tener todo al mismo tiempo- le repetía de cuando en cuando a Camila, sólo para recordarse a sí mismo la conveniente posición que les cabía a ambos en el trato.

A Camila, Rubén le significó un salvavidas milagroso, un gol de media cancha, de esos que su papá gritaba a todo pulmón en la pequeña casa familiar. Cuando se acercó la primera vez, no supo diferenciarlo del resto de jotes que pululaban alrededor de las mechonas de primer año. Trató de correrlo sin suerte, porque Rubén era especialista en caer bien. Afinándose el bigote, se fue acercando cada vez más hasta que le dijo, pícaro y serio al mismo tiempo: -Creo que los dos podemos hacer muy buenos negocios, huachita. Conversemos al final de la clase-. Camila esperó a que todos salieran de clases y ahí mismo donde antes la hubiera abordado, tomó asiento y esperó, mientras encendía un cigarrillo para matar los minutos. No dio ni dos caladas cuando ya tenía frente a ella a Rubén, siempre sonriente, siempre astuto.

– Pensé que te irías- dijo el muchacho.

-Me quedé por lo del negocio-, dijo ella, convencida a medias de su falso tono de seguridad, ensayado para la ocasión a lo largo de su vida.

Mientras Rubén daba los detalles del negocio, Camila no daba crédito a lo que oía. Su vida cambiaría. No tendría que tomar dobles turnos en el almacén del barrio ni hacer el aseo de la casona en que vivía. Nunca se le hubiera ocurrido que su tiempo tuviera tanto valor para alguna gente. Bien decían sus padres que no tendría problemas en la vida, porque había salido linda, diferente al común y corriente de la gente del barrio, llamativa, pero fina. Lo de fina, en todo caso, se había ido diluyendo en el tiempo. En la facultad, ninguno de sus ademanes copiados de las teleseries y sus influencers favoritos, pasaban desapercibidos. Entre la gente adinerada, el club social era cerrado y para pertenecer había que darse a conocer, como el sobrino del obispo, llegando a clases en un Mercedes superior al auto de cualquiera de sus profesores. A pesar de ser del extremo sur de Chile, cayó enseguida muy bien en el engranaje social universitario.

Para ella era distinto. Su pelo, castaño claro, no alcanzaba a ser tan claro como para disimular su origen. La piel, en tanto, era un poco más morena que la del promedio de los socialité, por lo que nuevamente, su afán de pertenecer a ese grupo, estaba descontado de origen. En todo caso, no se quejaba de nada. Su arrastre era indiscutible, a la hora de ejercer sus artes de atracción y dominio, oficios que no se aprenden sino en la adolescencia y adultez.

El trato era simple. Nada de besos en la boca, pero sí abrazos y tomadas de la mano. De vez en cuando una mano en el muslo, para disimular la confianza. Boca cerrada la mayor parte del tiempo, sonrisa cortés, respuestas breves, libreto aprendido. Nada que pueda comprometer al cliente a tener que llevarla de nuevo. Nada que lo enamore. Nada que lo enfade. Complacer, complacer, complacer. A cambio, un botín que para ella era suculento. Cincuenta mil pesos por tres horas, de los cuales treinta mil iban para ella y veinte mil para su chofer/manager, como le gustaba presentarse a Rubén ante sus clientes. La agencia no tenía más de cuatro miembros y Rubén era quien hacía los contactos para todos. Un hombre, tres mujeres. No necesito más que eso y tiempo, se recordaba cada tanto, para vencer la tentación de expandir el negocio al borde de lo peligroso. Más que mal, la zona gris era previsible. Estaba en el límite de transformarse en el proxeneta de sus compañeros, pero a la vez, podía mirarse a sí mismo como indulgentemente solía hacer: como el héroe que les daría anécdotas, risas, dinero y roces con el mundo a muchachos que de otra forma, la tendrían más que difícil. No están los tiempos como para desperdiciar las oportunidades de la vida, solía repetirse.

Para Camila, las condiciones eran convenientes. Hasta el momento no había tenido mayores problemas en acompañar a compañeros de facultad y un par de desconocidos con recomendaciones. Había sido prima, hermana, amiga y polola de cada uno de esos mecenas mentirosos, dispuestos a todo con tal de no enfadar las expectativas de sus familias y amigos.

El trabajo es fácil y difícil al mismo tiempo. Fácil, porque los libretos a aprender son básicamente los mismos:  ¿Cuál es mi nombre completo? ¿Cuál es mi lugar de nacimiento? ¿Qué color me gusta más? ¿En qué colegio estudié? ¿Cómo nos conocimos? ¿Cuál es mi comida favorita? ¿Cuánto tiempo llevamos? ¿Cuál fue nuestra primera impresión el uno del otro? ¿Qué alergias tengo? ¿Qué actividades o intereses compartimos? Y difícil, porque a veces las preguntas se tornan en: ¿Cuáles son sus planes para el futuro cercano? ¿Hay algún evento o proyecto que estén planeando juntos? ¿Qué metas tienen en común?  Cuando las cosas decantaban por esos lugares incómodos, sabía que debía toser y dejar la respuesta en manos del cliente. A veces, traicionada por la emoción, comenzaba a responder desde las ansias de hacer bien el trabajo, pero al poco andar se acordaba de las condiciones y disculpándose con la mirada, tosía para dar el pase a quien ya tenía pensadas las mentiras de turno. Otras veces erraba en los modales, olvidando cómo sentarse, cómo masticar, sobre qué conversar, en qué momentos podía o no ir al baño. Los errores hacían que muchas veces mirara con altura crítica su quehacer.

– Mi trabajo es mentir, es cuidar, es proteger, acompañar y ser leal. Todo eso, todo al mismo tiempo – resume, mentalmente.

III

De sus clientes, hasta el momento el favorito para ella era Andrés. Tímido, reservado, buenmozo y gay. A ella no le importa. Lo acompaña fielmente a misa y al almuerzo dominical. Es la novia, como diría la nona, embelesada por la belleza morena de Camila. La abuela octogenaria no reparaba en detalles para la advenediza primera novia de Andrés. La mimaba con regalos y extras que Rubén pasaba por alto, siempre y cuando Andrés no reclamara nada. Hasta el momento, la tapadera funcionaba. Andrés era feliz viendo aliviados a sus padres y su abuela. Ya no habría necesidad de seguir buscándole compañía al niño, para evitar habladurías de las vecinas y las viejujas pechoñas de la misa. Todos veían a Andrés muy feliz, al lado de esa preciosa niñita que se había encontrado en la universidad.

Lo cierto es que sí se conocieron en la universidad, pero no como compañeros, sino presentados por Rubén. – Este es tu primer cliente, guagüi– le dijo, sonriente y resuelto, fingiendo centenaria confianza con Camila, que lo miró raro por eso de llamarle guagüi. Andrés estaba acompañado de su pareja, un chico pálido y menos sonriente que ninguno de los que ahí estaba. Él no entendía del todo la necesidad de tapar el sol con un dedo. Por su parte, todo estaba asumido. Gay hasta la médula, enamorado de Andrés y feliz de haberlo conocido. Su familia le apoyaba. Todo muy moderno y progresista, ad-hoc a los tiempos. Por parte de Andrés, claro, sabía que todo era el perfecto opuesto. Conservadores de tomo y lomo, defensores de valores rancios y de costumbres con espesas telarañas que no soportarían otra generación. Mientras tanto, la mesada de Andrés y sus ganancias de negocios se irían en beneficio de la paz y armonía, y de la muchachita, claro.

– Estamos entonces – dijo resuelto Rubén, una vez que habían detallado los más variados pormenores del trato, al lado del casino universitario.

Camila, estupefacta, pensaba en cómo no había cambiado mucho la esclavitud a lo que es en estos días. O de uniforme, o de arriendo, con horario libre o de lunes a viernes, terminas envuelto en un trato indecente, sobornando la vida con cada pago.

            – ¡Claro! Y muchas gracias a ti y a Cami. De verdad no saben cuánto significa para nosotros este favor.

            – Para eso estamos, perrín – dijo Rubén, mientras le guiñaba el ojo a Camila en un gesto de absurda complicidad.

            Y lo cierto es que Andrés sí se había beneficiado del trato. De todos los clientes, era el que mejor se llevaba con Camila, siempre gentil y bien educado. Atento a los detalles y fingiendo al máximo el papel de buen novio y compañero. Camila disfrutaba de vez en cuando la sensación de sentirse querida y acompañada. De la nada, soñar despierta era una actividad recurrente que la invitaba a pensar en la realidad alternativa, donde ni ella se arrendaba ni la relación era una farsa. Había planes, matrimonio, una casa grande, un perro tonto corriendo por el verde prado y hasta hijos. Luego, volvía a su lugar, con estremecedora y agonizante sonrisa de nostalgia de algo que nunca tuvo ni tendría, al menos no con Andrés. A veces se permitía fantasear en voz alta con Andrés, que le seguía el juego, entretenido con la posibilidad de ser normal para su familia. La vida conservadora de los suyos le hacía trizas el corazón cada vez que se detenía a pensar en el futuro. Por lo pronto, arrendaba el presente, mientras rogaba por paciencia y tiempo a su novio real.

            Rubén estacionó apresurado. Andrés esperaba inquieto, en la entrada de la casa, con un cigarrillo en la mano apenas encendido. Su mano temblaba y sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar.

            – La cagué, Rubén, la cagué– dijo conmocionado antes que Rubén pusiera un pie fuera del auto. Camila se asustó, pensando en que la culpa era de ella, que por llamar a sus padres había descuidado a su mejor cliente, que las cuentas no se pagan solas, que tu responsabilidad es arrendarte a estos pitucos, que cómo se te ocurrió pensar en que la llamada era más importante. Rápidamente, corrió a abrazar a Andrés, que la abrazó con algo parecido a la desesperación, tal vez al amor.

            Rubén encendió un cigarrillo y se dispuso a oír, más que mal así iniciaban todos sus tratos de negocio. Andrés se había descuidado y su familia se había enterado de todo. De su novio y la relación proscrita que mantenían en secreto, que el novio le llamaba a diario y que no era precisamente Camila quien se juntaba cada vez con él, sino el muchacho. La nona, decepcionada, le dijo que nunca más hablarían, que había muerto como nieto para ella, que lo único que esperaba es que Camilita no sufriera tanto como ella cuando se enterara.

Y esto era lo curioso: todo el mundo esa tarde esperaba a Camila. La reunión familiar no tenía novio, sino novia engañada. Ese era el rol dispuesto para ella hoy.

Camila, apenas entendiendo, se dispuso a apoyar a Andrés. Actuaría comprensiva y desconsolada. Daría todo por este cliente que en tres meses le había dado más que cualquier otro empleo en la vida. Hechas las cuentas, Camila y Andrés se dispusieron a entrar, mientras Rubén se alejaba, buscando mentalmente un reemplazo para un cliente menos, que era lo único esperable de toda esta situación.

Cuando entraron a la casa, no parecía la misma de cada domingo después de misa. Había un ambiente de silencio sordo, fuerte, que no permitía pensar con claridad. Avanzaron por el pasillo y llegó a la sala, donde toda la familia a excepción de la nona esperaba con cara fúnebre a la pareja.

– Camilita, qué bueno que llegaste –  La madre de Andrés pretendió manejar la situación con un tono conciliador pero titubeante, mientras bebía nerviosamente agua de un vaso. Para Camila, el cuadro era inesperado. Nunca se habría atrevido a fantasear con un giro de esta calaña. Cerró el corazón, abrió la mente. Encendió la sagacidad que le había permitido sobrevivir bien todos estos años. La conversación giró en torno a lo esperado. La decepción de los padres, la felicidad de Andrecito, el qué dirán, el origen del trato de amistad con Camila, la falta de decoro y honestidad, que acaso no sabes que eso es como prostituirse hijitapordios.

Shock.

Camila corre descalza por las calles. Llega a su habitación. No tiene control del tiempo. No tiene control de nada. Desaparece bajo las sábanas y mantas de su cama.

Anochece.

Amanece.

IV

Han pasado tres años. Camila dejó de ver a Andrés, salvo en los pasillos de la universidad. Rubén no demoró en encontrar reemplazo y en cambiar las condiciones. Ahora Camila es prima de una profesora que no quiere estar sola frente a la sociedad, amiga de una anciana que necesita quien le acompañe a hacer las compras y sitter de los hijos de los amigos de Rubén. Esto último fue una innovación más acorde a un giro lícito del negocio. La vida le sonríe. Ahora cubre sus gastos, ahorra y le sobra dinero para arrendar buenos momentos. Pronto terminará sus estudios y se prepara con ansias para devorar el mundo, o al menos eso les transmite semanalmente a sus padres, orgullosos de la hija independiente que supo salir adelante por sus medios. En cuanto al orden de su departamento, cualquiera hubiera esperado mejores resultados. Camila es un caso perdido -o un caos hallado-.

En lo emocional, salvo raras excepciones, ha superado el trauma social, la parálisis moral y la culpa religiosa de su relación con Andrés. Ha madurado, abrazando las zonas grises y esperando lo mejor para todos,  sin rencores.

En lo futuro, espera afrontar el mundo laboral con experiencia. Sabe que su pasado puede ser juzgado fácilmente. Pero también sabe que su labor no es menos compleja que la del abogado defendiendo lo indefendible o del contable reduciendo costos. Mientras camina rumbo a una nueva cita de arriendo, la brisa primaveral le alegra el rostro y hace vibrar los flecos del lindo vestido, estrenado para la ocasión. Al fin y al cabo todos somos un arriendo temporal de alguien más, se consuela.

*          *           *

La posibilidad de una isla: la inteligencia artificial y el futuro de la humanidad

Michel Houellebecq es un escritor francés conocido por su visión pesimista del mundo. En sus obras, explora temas como la soledad, la alienación y la pérdida de sentido.

La novela La posibilidad de una isla, publicada por Michel Houellebecq en 2005, es una obra distópica que explora el futuro de la humanidad en un mundo devastado por el cambio climático y la guerra nuclear. En este escenario, un grupo de científicos crea una nueva forma de vida, los neohumanos, que son seres inmortales y libres de sufrimiento. En La posibilidad de una isla, Houellebecq explora el futuro de la humanidad a través de la creación de los neohumanos. Los neohumanos son seres perfectos, pero también son seres vacíos y alienados. Han perdido la capacidad de experimentar la vida en toda su plenitud, y se han convertido en meras máquinas.

La novela ha sido objeto de numerosos análisis y debates, y su visión del futuro ha sido interpretada como una advertencia sobre los peligros de la tecnología y la manipulación genética. Sin embargo, en el contexto de los nuevos avances en el desarrollo de la inteligencia artificial, la novela de Houellebecq adquiere una nueva dimensión.

Descripción de la historia

La novela se desarrolla en un futuro distópico, en el que el mundo ha sido devastado por el cambio climático y la guerra nuclear. En este escenario, un grupo de científicos crea una nueva forma de vida, los neohumanos, que son seres inmortales y libres de sufrimiento, creados a partir de la clonación y la ingeniería genética. Al ser perfectos, sin defectos físicos ni psicológicos, no sienten dolor ni emociones negativas, y están libres de los problemas y limitaciones de la vida humana.

La cercanía con un mundo posible

En el contexto de los nuevos avances en el desarrollo de la inteligencia artificial, la novela de Houellebecq adquiere una nueva dimensión. La posibilidad de crear seres artificiales que sean superiores a los humanos es cada vez más real. En los últimos años, se han logrado importantes avances en el campo de la inteligencia artificial. Los sistemas de IA ya son capaces de realizar tareas que antes se consideraban exclusivas de los humanos, como jugar al ajedrez o traducir idiomas. Es probable que en el futuro, la IA continúe desarrollándose a un ritmo acelerado. Es posible que en algún momento, los sistemas de IA sean capaces de superar la inteligencia humana en todas las áreas.

En este contexto, la pregunta de si algún día será posible generar humanos vía abiogénesis es una pregunta que vale la pena plantearse. Si es posible crear seres artificiales que sean superiores a los humanos, ¿debería hacerse?

Los desafíos a la humanidad presente

La creación de humanos vía abiogénesis, es decir, la creación de seres humanos a partir de materiales inanimados, es una posibilidad que pareciera estar más cerca de la realidad. El desarrollo de la inteligencia artificial y la biología sintética ha abierto la puerta a la creación de seres vivos artificiales, y no es descabellado pensar que en un futuro próximo podamos crear seres humanos artificiales. Esta posibilidad plantea una serie de desafíos a la humanidad presente. En primer lugar, es un desafío ético. ¿Es moralmente aceptable crear seres humanos artificiales?

Algunos argumentan que la creación de seres humanos artificiales es una forma de jugar a ser Dios. Otros argumentan que los seres artificiales no son seres humanos y, por lo tanto, no tienen los mismos derechos que los humanos. Este desafío es complejo y no tiene una respuesta fácil. Sin embargo, es importante abordarlo con seriedad, ya que la creación de seres humanos artificiales podría tener implicaciones profundas para la sociedad humana.

En segundo lugar, la creación de humanos artificiales plantea un desafío tecnológico. ¿Es posible crear seres humanos artificiales que sean viables y saludables? La clonación y la ingeniería genética son tecnologías complejas y aún no se han desarrollado lo suficiente para crear seres humanos artificiales. Es posible que en el futuro podamos crear seres humanos artificiales que sean viables y saludables, pero es importante tener en cuenta que esta tecnología aún está en sus primeras etapas de desarrollo.

En tercer lugar, la creación de humanos artificiales plantea un desafío social. ¿Cómo se integrarían los humanos artificiales en la sociedad? Los humanos artificiales podrían ser percibidos como una amenaza por los humanos, o podrían ser discriminados por ser diferentes. Es importante empezar a pensar en cómo integrar a los humanos artificiales en la sociedad de una manera justa y equitativa.

Estos desafíos son complejos y no tienen respuestas fáciles. Sin embargo, es importante empezar a reflexionar sobre ellos ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Una obra visionaria

La novela La posibilidad de una isla es una obra visionaria que plantea preguntas inquietantes sobre el futuro de la humanidad. En el contexto de los nuevos avances en el desarrollo de la inteligencia artificial, la novela adquiere una nueva dimensión. La posibilidad de crear humanos vía abiogénesis es un desafío a la humanidad presente. Es un desafío ético, tecnológico y social. Es un desafío que debemos empezar a afrontar ahora, antes de que sea demasiado tarde.

El hilo del brigadier.

El brigadier escribe afanosamente lo que parecieran ser sus últimas voluntades. El lápiz soporta la ira enorme que los músculos de la mano temblorosa le infligen, mientras las líneas de una increíblemente pulcra caligrafía va cayendo sobre la hoja, antes en blanco.

Cumplió el pacto, como muchos. Guardó silencio y con ello, dibujó una falsa calma en la vida de todos los demás colegas que como él actuaron bajo las órdenes del tirano. Escribe porque debe y necesita. Y él lo sabe.

El brigadier toma el hilo rojo y va desenredando la madeja a medida que escribe. El reguero de sangre baña los pasillos de la historia hecha sendero desde el norte y sus desiertos, hasta el sur y sus canales. La horrenda siega fue mayúscula. Y él lo sabe.

Lentamente, los pasillos de su laberinto reciben luz de día. La mano, cada vez más suelta y menos temblorosa, sigue anotando coordenadas, nombres, datos, lugares borrados por los sin-cuenta. 

Seguro me entenderán, piensa, mientras escribe las últimas líneas, esperando valga la pena. El hilo se acaba. Estampa su firma. Sale del túnel. El hilo cae en miles de manos. Suena el disparo. El brigadier cae libre. Y él lo sabe. 

“The Dark Side of the Moon Redux 2023: Análisis y Reflexiones”

En esta exploración de ‘The Dark Side of the Moon Redux 2023’, analizaremos las reflexiones sobre la vida y la muerte que Roger Waters ha tejido en esta obra maestra del rock progresivo. El álbum “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd, lanzado originalmente en 1973, es ampliamente considerado como una obra maestra del rock progresivo y uno de los álbumes más influyentes de todos los tiempos. Su enfoque en temas universales como la vida, la muerte, el tiempo y la locura lo convierte en una obra atemporal que resuena con audiencias de todas las edades. En 2023, Roger Waters decidió lanzar una versión revisada del álbum subtitulada como “Redux”. El término apunta a la reedición, a la reinterpretación, la reimaginación y el recuerdo. Todo en un solo disco. El álbum no solo es una muestra de la creatividad y el ingenio de Waters, sino que también se constituye como una invitación a reflexionar sobre la evolución de la música y la capacidad de un genio musical para reinterpretar su propia obra a lo largo del tiempo.

Uno de los cambios más notables en la nueva versión del álbum, es la modificación de las letras en varias canciones del álbum original, por lo que vale enormemente la pena para cualquier aficionado a la música de Pink Floyd y la carrera de sus históricos integrantes, revisar tema a tema esta nueva entrega. Aquí vamos.

“Speak to Me”.

En esta nueva versión, Waters nos recuerda de manera más directa y cruda la efimeridad de la vida y la inevitabilidad de la muerte, utilizando una narrativa que se enfoca en un viaje a lo largo de la vida y las posibles dificultades que encontramos en el camino.

La versión original de la canción se centra en la idea de que los recuerdos de la vejez son el reflejo de las acciones de la juventud. Waters utiliza una metáfora poderosa al comparar la vida con un “momento corto y cálido” y la muerte con un “descanso largo y frío”. Esta reflexión sobre el paso del tiempo y la finitud de la existencia es una de las temáticas recurrentes en “The Dark Side of the Moon”. Sin embargo, Waters lleva esta reflexión un paso más allá al introducir la idea de un viaje a lo largo de la vida.

La inclusión de la línea “So, all aboard for the American tour” (Así que, todos a bordo para la gira por América) sugiere un viaje a lo largo de la vida, una travesía en busca de éxito y reconocimiento. Esta adición agrega un elemento de esperanza y ambición a la canción, pero al mismo tiempo, Waters nos advierte sobre los desafíos y dificultades que podemos encontrar en ese viaje. La línea “You may find it hard to get off” (Puede que te resulte difícil bajarte) resalta la lucha y la complejidad de la vida, sugiriendo que una vez que embarcamos en este viaje, puede ser complicado encontrar una salida.

La crudeza de esta nueva versión radica en su enfoque directo en la realidad de la vida y la muerte. Waters nos recuerda que la vida es fugaz y que la muerte es inevitable. Esta es una verdad que a menudo evitamos enfrentar en nuestra vida cotidiana, pero Waters nos la presenta de manera franca y contundente.

Breathe, la búsqueda del sentido.

En “Breathe”, la letra original evoca una sensación de escapismo y anhelo de libertad. En el Redux, esta sensación se mantiene, pero se profundiza con la introducción de elementos más oscuros y surrealistas. Waters nos lleva a un mundo donde la realidad se distorsiona y se vuelve más caótica, lo que refleja la sensación de confusión y desesperación que a menudo experimentamos en la vida. Las imágenes de un hombre enterrado “como un topo en una madriguera” y la gente “todavía en fuga” crean una sensación de desorientación y desconexión. La percepción del tiempo se vuelve elusiva con la referencia al “twinkling of an eye” (un parpadeo) y la idea de que la vida es efímera.

Time y la voz de la razón.

En “Time”, la canción original reflexiona sobre el paso del tiempo y cómo a menudo dejamos pasar los momentos preciosos sin apreciarlos. Waters nos insta a vivir el presente y no dar por sentado el tiempo que tenemos. En “Redux”, esta reflexión se mantiene, pero se enriquece con una voz de la razón que nos recuerda la importancia de aprovechar cada momento. La línea “The voice had been there all along / Hidden in the stones in the rivers / Hidden in all the books / Hidden in plain sight / It was the voice of reason” (La voz había estado allí todo el tiempo / Oculta en las piedras en los ríos / Oculta en todos los libros / Oculta a simple vista / Era la voz de la razón) introduce un elemento nuevo y poderoso. La voz de la razón nos recuerda que la sabiduría y la orientación están disponibles para nosotros en todo momento, pero a menudo no las reconocemos.

Money: desatando el infierno.

La canción “Money” de Pink Floyd ha sido durante mucho tiempo un comentario incisivo sobre el poder corruptor del dinero en la sociedad. En la versión “Redux” de Roger Waters, esta crítica se mantiene, pero Waters juega de manera ingeniosa con la idea de que el dinero puede ser un camino hacia el infierno. Esta nueva perspectiva enriquece aún más la reflexión sobre la relación entre el dinero y la moralidad.

En la versión original de “Money”, la canción expone el materialismo y la obsesión por la riqueza de una manera cruda y directa. La línea “Money, it’s a hit / Don’t give me that do-goody-good bullshit” (El Dinero es un hit / No me des esa w*** tan buena) enfatiza la idea de que el dinero puede llevar a la gente a actuar de manera egoísta y sin escrúpulos. La música enérgica y el sonido del dinero tintineando refuerzan esta percepción.

Sin embargo, en “Redux”, Waters va un paso más allá al sugerir que el dinero puede llevarnos al infierno. La línea “Welcome to hell” (Bienvenidos al infierno) añade una dimensión más oscura a la canción. Aquí, el dinero se convierte en un símbolo de la codicia y la avaricia humanas que pueden tener consecuencias nefastas. Waters utiliza una ironía sutil al decir “Welcome to hell”, como si estuviera invitando al oyente a un lugar indeseable, en lugar de ofrecer una recompensa tentadora.

Esta perspectiva nos lleva a considerar cómo la búsqueda obsesiva del dinero puede corromper nuestros valores y llevarnos por un camino de destrucción. Waters critica la mentalidad de “ganar a toda costa” que a menudo prevalece en la sociedad moderna y nos hace cuestionar si la riqueza material vale el precio de nuestra integridad y moralidad.

The Great Gig in The Sky: La música, la vida y la eternidad.

La versión de “The Great Gig in the Sky” en el álbum de Roger Waters es una reinterpretación conmovedora de la canción original. A diferencia de la versión original que presenta una interpretación vocal intensamente emotiva, con vocalizaciones que transmiten una profunda gama de emociones, la nueva versión toma un enfoque narrativo, incorporando una carta que revela una historia personal y emotiva.

Para iniciar, tenemos que contextualizar: Roger usa en la letra de este tema, una carta enviada por la asistente de Donald Hall, Kendel Currier, informando que a Hall se le ha detectado un cáncer nasal. Roger entrelaza esta historia, con un ensayo escrito en 2013 por Hall, titulado “One Road”, que narra su viaje junto a su esposa Kirby Thompson, desde Oxford a Atenas, enfrentando desafíos y aventuras en el camino. Hall describe la dificultad de cruzar Yugoslavia en la posguerra, y a la vez, su determinación por llegar a destino demostrando el espíritu de aventura y amor que compartía con Kirby. Waters cuenta que estando en Zagreb, comentó una de las líneas del ensayo One Road, “En Yugoslavia sólo hay una carretera (one road)”. El público estalló en carcajadas. Luego, siguió contando la historia de Don y Kirby, incluyendo la muerte de ésta a causa del cáncer e insistiendo en que hay “sólo un camino”.

Luego continúa hablando de lo difícil que fue mantener la granja de Hall en la familia y cómo tuvieron que vender, dejando atrás la historia construida en el lugar. Termina agradeciendo por los bienes de Don que Kendel le reservó para la venta. Con esto, deja claro el mensaje y la dedicatoria: Hay un sólo camino entre nacer y morir: la vida misma.

Así, mientras la canción original ya evoca una sensación de trascendencia y reflexión sobre la vida y la muerte, al incorporar la historia de Hall, se establece una conexión entre la música y la vida del poeta.

Us And Them: una reconciliación posible.

“Us and Them” es una canción que originalmente reflexiona sobre la división y la guerra en el mundo. Waters nos insta a recordar nuestra humanidad compartida y a buscar la paz. En “Redux”, esta reflexión se profundiza con una sensación de desesperación y caos. Waters nos recuerda que la lucha entre “nosotros” y “ellos” es destructiva y nos insta a encontrar un camino hacia la reconciliación. La línea “Overwhelming odds / Against we happy few / We band of brothers” (Probabilidades abrumadoras / Contra nosotros, felices pocos / Nosotros, grupo de hermanos) nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, todos compartimos una humanidad común y deberíamos buscar la unidad en lugar de la discordia.

Any Colour You Like: Color Arcoiris.

La canción “Any Colour You Like” es una exploración abstracta de la percepción y la realidad. Waters nos invita a cuestionar nuestra comprensión del mundo que nos rodea. En “Redux”, esta exploración se mantiene pero se expande, haciendo que nos preguntemos si la realidad es realmente tan sólida y definida como creemos.

La pregunta implícita en la línea “Any colour you like / Blue and yellow / Pink / Red / Black / Rainbow?” (¿Cualquier color que prefieras / Azul y amarillo / Rosa / Rojo / Negro / Arco iris?) esencialmente nos desafía a cuestionar nuestras percepciones preconcebidas. ¿Qué es la realidad? ¿Es algo sólido y definido, o es más fluido y subjetivo de lo que creemos?

La inclusión del término “Rainbow” (Arco iris) en la lista de colores sugiere una amplia gama de posibilidades y perspectivas. El arco iris es un fenómeno natural que resulta de la refracción de la luz a través de gotas de agua, creando una variedad de colores en el cielo. Esta imagen evoca la idea de que la realidad puede ser tan variada y diversa como los colores del arco iris, y que nuestra comprensión de ella puede ser subjetiva y cambiante.

El Cierre: Brain Damage y Eclipse.

“Brain Damage” y “Eclipse” son las canciones finales del álbum original y reflexionan sobre la locura y la alienación, así como sobre la oscuridad que puede acechar en nuestras mentes. En “Redux”, estas canciones se mantienen en gran medida intactas, pero Waters nos recuerda que la locura y la oscuridad son parte de la condición humana y que todos enfrentamos luchas internas en algún momento de nuestras vidas.

Las controversias de The Dark Side of the Moon Redux 2023.

La controversia y el debate en torno a la nueva versión de “The Dark Side of the Moon” de Roger Waters han dividido a los fanáticos y críticos por igual. Mientras algunos denuncian la revisión como innecesaria o incluso aburrida debido a la falta de la icónica melodía vocal de David Gilmour y la ausencia de Richard Wright, otros la reciben como una adición interesante y un enfoque válido para reinterpretar y desarrollar una obra maestra de la música.

Aquellos que critican la versión The Dark Side of the Moon Redux 2023 suelen hacerlo basándose en la ausencia de la voz melódica de David Gilmour, que fue una parte fundamental del sonido original de Pink Floyd. La falta de esta melodía vocal podría considerarse una desviación significativa de la versión original, y algunos argumentan que esto resta valor a la revisión. Además, la versión nueva presenta un enfoque más pronunciado en las letras de Waters, lo que podría dar la impresión de que la melodía ha sido relegada a un segundo plano. Esto ha llevado a la percepción de que la reinterpretación carece del encanto y la belleza melódica que hizo que el álbum original fuera tan icónico.

Sin embargo, es esencial recordar la declaración de Roger Waters de que la nueva grabación es “más reflexiva” y más indicativa del concepto original del álbum. Esto sugiere que Waters no tenía la intención de recrear la versión original, sino de ofrecer una nueva interpretación que se centrara en la profundidad lírica y temática de las canciones. Es importante considerar que esta revisión no pretende ser una copia fiel, sino una exploración artística de los mismos temas desde una perspectiva diferente.

El apoyo de Nick Mason, el baterista de Pink Floyd, a la versión “Redux” es un respaldo significativo a la revisión. Su afirmación de que es “absolutamente brillante” y que no es un spoiler para la versión original respalda la idea de que esta revisión no busca reemplazar o devaluar el álbum original, sino complementarlo y enriquecerlo.

Aquellos que elogian la versión “Redux” destacan su enfoque en las letras de Waters, que se vuelven más prominentes en esta revisión. Si bien es cierto que la melodía vocal puede haber perdido algo de su prominencia, las letras adquieren un papel central que permite una reflexión más profunda sobre los temas del álbum. “Time” y “Brain Damage” son citadas como ejemplos de canciones que se benefician de esta revisión, ya que las letras se vuelven más introspectivas y poderosas.

La noción de revisitar y desarrollar trabajos existentes es una práctica común en la música y el arte en general, y puede proporcionar nuevas perspectivas sobre obras clásicas. A medida que escuchamos esta nueva entrega musical y artística de un octogenario y brillante músico, nos recordamos a nosotros mismos la capacidad infinita de la música para evolucionar y mantener su relevancia a lo largo del tiempo.

Así que, adelante, sumérgete en The Dark Side of the Moon Redux 2023 y descubre las nuevas capas de significado que Roger Waters ha tejido en esta obra maestra atemporal.

El Libro Abierto.

Imagina que vas un día caminando y encuentras un libro abierto, en medio de una solitaria plaza, sobre un banco triste, al alero de un enorme árbol. Es invierno y hace frío, pero por alguna razón vas caminando en medio de tal paisaje. Decides tomar un tiempo para ti y tu curiosidad. Tomas asiento y hojeas el libro. Luego de un par de revisiones y de ver que esté completo, te lo llevas a casa.

Anochece y comienzas tu lectura. Al parecer, el libro te plantea un debate entre el sinsentido de la vida y el pleno sentido de manejar las cosas de manera quieta y pacífica. Una especie de bizarro manual de sobrevivencia. Lo escribe El Errante. Con ese nombre autoral, ya sabemos que no se trata de un best seller ni mucho menos. Se trata, seguramente, del esfuerzo de alguien por dar algo de prestigio a una idea impopular en este siglo; la idea de que el despropósito de la vida puede ser soportado y vivido de buen ánimo si se acepta el reto inicial de manejar las expectativas en todo tiempo.

A medida que avanzas, el libro te cuenta una historia entrañable y personal. El autor en realidad es el personaje principal; un sencillo errante que vaga por las diferentes ciudades del país, llevando consigo un equipaje bastante ligero y una especie de carga anímica constante que limita en un absurdo equilibrio, casi como si la alegría y la tristeza fueran extremismos inaceptables en su actuar y ser. Supongamos que es valiente, porque intenta mantener todo en calma mientras sortea los desafíos pequeños y grandes que va encontrando en su camino a la iluminación (si es que existe tal cosa).

Por otro lado, el errante no ve sentido en el destino de su andar; simplemente avanza, entregándose a los tiempos y elementos, sin más abrigo que el obtenido del trabajo de sus manos y su conformidad con la ventura que cada día trae consigo. Entonces, el camino se transforma en el propósito, pero no hay mayor anhelo que el de seguir caminando, enfrentando la sucesión de los días como quien respira.

El libro avanza, dando detalles de la vida del errante. Por ejemplo, que duerme en una banca, ubicada bajo un árbol, en medio de una plaza. Te inquietas, ya que es donde mismo acabas de encontrar este libro. No puede ser posible tanta coincidencia. Te asustas, incluso, pero logras conciliar la idea de que una coincidencia tal sea perfectamente posible.

Avanzas en tu lectura, mientras descubres los pasajes de la vida del errante. Las razones dolorosas por las que abandonó las emociones vitales y se entregó a tal estado de abandono, en donde todo significa vida y muerte, amalgamadas. Entiendes su Credo. Aceptar que lo que está fuera de control seguirá ocurriendo aleatoriamente, por lo que no vale la pena mayor preocupación que la de enfrentar dichas sazones sino con el mejor de los ánimos posible.

¿La incertidumbre? Por supuesto que está presente, pero se ve ampliamente compensada con la actitud permanentemente reflexiva y calma. El errante aprendió a no desesperar. Libre de la necesidad de encontrar un propósito universal, comienza a valorar cada momento como una oportunidad para experimentar la vida en su máxima expresión y a la vez, entiende de que no hay mayor expresión que la de vivir armónicamente, sin sobresaltos, enfrentando los buenos y malos momentos del mismo humor y talante.

¿Emociones? Claro, le atacan día y noche; pero tal como al atardecer de cada día es necesario buscar un lugar donde guarecer los huesos y el pellejo, el errante entiende que sus emociones son depositarias de un veneno extraño que podría alterar su equilibrio con pesimismo u optimismo desmedidos. Prefiere dosificar, llenar el vaso a la mitad y conformarse con avanzar, un paso a la vez.

En el libro, el errante camina una tarde rumbo a una puesta de sol, en medio del bullicio de una ciudad humanamente abarrotada. De pronto, el aliento vital se escapa de él, en medio de los transeúntes, que lo ignoran, confundiendo su cuerpo con el de algún vagabundo. Sólo horas más tarde, al anochecer, la responsabilidad social hace que se le trate como una emergencia cívica. Le trasladan a un hospital, le examinan, le autopsian. “Paro cardiorrespiratorio de causas naturales no atribuibles a terceros”, declaran. Entre sus ropas, encuentran un libro escrito y un testamento cerrado, muy bien cuidado del paso del tiempo. El errante se presenta, describe sus últimos anhelos y esperanzas y te pide un favor. En la última página del libro, la nota reza:

“Aquí termina el libro del Errante. Su Credo permanece intacto en la mente de cada lector, casualmente encontrado por un libro abierto, sobre una banca, bajo un árbol, en cualquier plaza de cualquier ciudad. Honrar esta última voluntad es todo el reconocimiento que merezco”.

Terminas el libro con fuertes emociones encontradas. El peso del mundo cae sobre ti. Con el libro en la mano, emprendes tu camino, sabiendo que esta inusual declaración de eutaxia ha dejado una marca profunda en tu propia visión del mundo. La danza equilibrada del errante te lleva a una plaza, donde escoges un frondoso árbol para dejar sobre la banca que está bajo el árbol, el libro abierto, en la primera página.

Es invierno y hace frío, pero en tu mente, imaginas al errante, dedicándote una medida y serena sonrisa de agradecimiento.

Café.

Cuando jubile, abriré una cafetería. Eso si es que aún hay café cuando jubile.

Abriré muy de mañana, porque el insomnio, porque los miedos. Encenderé las luces, luego cafetera y molinillo. Tendré listo y dispuesto cada utensilio, -no crean que por jubilar, el cafetero duerme entre laureles-. Levantaré la reja, sacaré las mesas. Limpiaré con desmesurado afán, quitando manchas, polvo y penas de los muebles, que dejaré lustrosos y felices; ávidos de clientes, de tazas y secretos de a dos. Giraré entonces el letrero que cuelga en la puerta, donde con estilo mixto entre lo steampunk y el mal gusto, declaro el boliche cerrado o abierto. Llenaré recién allí de los olores de mi mejor arábico el espacio pleno. Daré así por iniciada la rutina diaria.

Una escena del frontis de un café con estilo steampunk, con un letrero colgante en la puerta de "closed/open". Al fondo, se aprecia una ciudad en decadencia en estilo steampunk.

Levantaré la reja, sacaré las mesas. Limpiaré con desmesurado afán, quitando manchas, polvo y penas de los muebles, que dejaré lustrosos y felices; ávidos de clientes, de tazas y secretos de a dos.

La primera molienda será delicada y consciente, como si la vida dependiera de ello. Moleré metódicamente y atento al humor del grano, entendiendo que la cosecha y el clima son amigos traicioneros a los que hay que mantener siempre muy cerca. Intentaré desprender al grano de sus mejores notas de aroma, para que luego tomar su cuerpo y hacerlo presente al paladar sea un mero trámite.

Mientras llegan los primeros clientes, sorberé el espresso horrible de la primera extracción, mientras calibro afanoso la máquina, para dar la experiencia merecida a quien se siente a beberse la vida. Bebiendo el trago amargo, recordaré cada vez que me sirvieron un mal café, ácido, amargo, quemado, sin alma, sin ganas. Será mi pacto y lo recordaré. No repetiré esa experiencia a mis comensales. No lo merecen ellos, ni yo estaré ahí para torturarles.

Recordaré que soy como el café post extracción; un residuo, ya casi sin sabores ni cuerpo. Las manos arrugadas y temblorosas serán un desafío, pero pretendo mostrar la nobleza que muestra el buen residuo, cuando cae compacto al knockbox, sin romperse, sin inmutarse siquiera. Entero y sólido, como ficha de hockey, acaso jueguen hockey con pastillas de café. Memento mori, me diré. Memento, mori.

Sonreiré a cada cliente, a cada turista, a cada sinvergüenza que pase a probar suerte. Perfilaré en segundos qué tipo de humano tengo al frente. Robusta o arábica, diré entre sonrisas, mientras doy los buenos días. No hay blends en esta tierra, ni siquiera uno, una, une. En este mundo o eres arábica, o eres robusta.

Luego de atender, recogeré el desastre y la propina con igual esmero y afán. Con alegría de barista principiante, correré a lavar cubiertos y tazas; platillos y demases. Entregaré la vida al proceso de restituir el cosmos en medio de tanto caos.

Finalmente, despertaré, dibujando una sonrisa en la cara y con una taza de café al lado, aleatoria, de entre las tantas fotografías que les tomé antes de disfrutarlos, porque claro, Murphy manda. Si estoy vivo a esa edad, ya no habrá café. Mi vejez y los buenos granos corren en pistas paralelas.

Cuando jubile, abriré una cafetería. Eso, si es que aún hay café cuando jubile… o si es que llego a jubilar, siquiera.