David Chacón Cisterna

Diseño Web, Docencia y más

El Fin de Babel

En la mitología del Tanaj, la Torre de Babel representa el momento en que la humanidad, unida por un solo lenguaje, se atrevió a desafiar a Dios construyendo una torre que llegara hasta el cielo. En respuesta, יהוה (YHWH), confundió sus lenguas, separándolos por la incomprensión mutua y creando una barrera invisible y poderosa: el idioma. La historia que representó nuestra percepción del lenguaje como un muro divisorio e infranqueable, a la vez de ser un recordatorio de los límites de nuestra ambición de trascender lo humano, se enfrentan a una nueva era, gracias a la IA.

Meta AI: El Fin de la Incomunicación?

Meta, en su anuncio del 25 de septiembre de 2024, trazó una nueva frontera que podría significar el fin de Babel. La compañía está probando una herramienta de traducción por IA que promete romper las barreras del idioma a través de la automatización del doblaje y la sincronización de labios en los Reels. Con esta tecnología, los videos creados en América Latina y Estados Unidos podrán ser comprendidos tanto en inglés como en español, independientemente del idioma en el que fueron originalmente grabados. La IA de Meta simulará la voz del creador en otro idioma, logrando una sincronización casi perfecta, permitiendo que los contenidos se disfruten sin la barrera lingüística que hasta ahora nos limitaba.

El potencial de esta tecnología es asombroso: podría ser el principio del fin de la incomunicación que ha fragmentado a las comunidades globales. Ya no habrá necesidad de subtítulos o traducciones toscas; la IA promete un nivel de acceso directo y emocional que hasta ahora era exclusivo para aquellos que compartían un mismo idioma. Con ello, se vislumbra un futuro donde las ideas y expresiones puedan fluir sin barreras, donde, por ejemplo, un creador chileno pueda impactar con la misma fuerza a una audiencia en Nueva York o en Madrid, sin que el lenguaje sea un obstáculo.

Los Riesgos de la Hegemonía Lingüística

Sin embargo, en esta nueva frontera también se esconden riesgos importantes. Si la IA traduce automáticamente cada contenido a los idiomas más populares, ¿qué lugar queda para los dialectos o las lenguas minoritarias que también necesitan ser escuchadas? Podríamos estar ante un futuro donde sólo los idiomas mayoritarios sobrevivan al alcance global, mientras aquellos que representan culturas locales y comunidades pequeñas se desvanecen poco a poco en la irrelevancia. Paradójicamente, esta tecnología que nos acerca también podría separarnos, al eliminar la necesidad de aprender el idioma del otro. La IA se convierte en nuestro traductor permanente, y con ello podríamos perder la conexión humana que viene del esfuerzo por entendernos más allá de las palabras.

A esto se suma la hegemonía lingüística de los grandes idiomas de negocios, como el inglés y el chino. Con una tecnología que privilegia estas lenguas, los hablantes de idiomas menos extendidos podrían encontrar cada vez menos incentivos para mantener viva su lengua materna. En lugar de un mundo donde nos encontramos a medio camino, podría darse la paradoja de un mundo donde todo está traducido para nosotros, pero donde nadie se toma el esfuerzo de aprender el idioma del otro, aumentando distancias culturales, con sus “costos” histórico-políticos asociados.

El vaso medio lleno…

Y sin embargo, a pesar de estos desafíos, hay razones para ser optimistas. La tecnología también nos ofrece la oportunidad de preservar y compartir esas lenguas minoritarias de maneras nunca antes imaginadas, dando voz a comunidades que históricamente han sido silenciadas. Podemos encontrar un equilibrio donde las herramientas de IA sean usadas no sólo para la conveniencia, sino también para el enriquecimiento cultural, respetando y celebrando la diversidad lingüística.

Quizá, al final, esta nueva expresión de la humanidad no desafíe a ningún dios, sino que más bien sea una reafirmación de nuestra naturaleza creativa, una capacidad innata de adaptarnos, de innovar y de trascender barreras. Esta vez, sin castigos ni confusión, tal vez podamos reconstruir Babel, no como una torre que llegue al cielo, sino como un puente que nos conecte a todos, sin importar el idioma que hablemos. ¿O acaso nos esperan nuevos desafíos, nuevas represalias por parte de nuestros propios límites? Solo el tiempo lo dirá. Por mi parte, reitero que estamos hechos para cosas grandes.